ARTÍCULO. TEMA: RAÍCES. Sumario: 1. La matriz originaria; 2. La matriz afro-ibérica; 3. La democracia racial; 4. Darcy Ribeiro: Las matrices de Brasil. La matriz tupí, la matriz portuguesa y la matriz africana (videos).
1. LA MATRIZ ORIGINARIA.
NUESTROS QUERIDOS COMPATRIOTAS
LOS PUEBLOS ORIGINARIOS.
Niño tucano de los alrededores de Manaos.
Créditos: Repórter do Futuro.
''Soy una ñusta que le canta con fervor/ a las Acllas del Sol [...]''. Así dice una versión de la canción que compuso Jorge Bravo de Rueda (1895-1940), y que hizo mundialmente famosa, en 1951, la Princesa Inca Ima Sumaq, seudónimo de Zoila Atahualpa (1922-2008), Vírgenes del Sol, cuyo tema es la glorificación del Tawantinsuyu. Tiene ese efecto hipnótico que provoca todo lo relacionado con el mito del regreso del Inca.
Un protonacionalismo latinoamericano
En sus Comentarios Reales, publicados en Lisboa en 1609, el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) escribió que de niño escuchaba los relatos de los parientes de su madre sobre los tiempos prehispánicos:
''De las grandezas y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes: lloraban sus reyes muertos, enajenado su imperio y acabada su república, etc. Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas [concubinas] en sus visitas, y con la memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto diciendo: 'Trocósenos el reinar en vasallaje, etc.' En estas pláticas yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban, y me holgaba de las oír, como huelgan los tales de oír fábulas''.
En 1770 Antonio Valdez hizo poner por escrito un drama clásico quechua que data del año 1500 y se venía trasmitiendo por tradición oral, y que Túpac Amaru hizo representar por primera vez en 1780, la víspera de su Revolución Inca, Apu Ollantay. El drama se reeditó en 1837, y cada vez que se representaba o publicaba generaba entusiasmo patriótico:
''Ollantay: - 'Poderoso príncipe, eres nuestro protector: tu mano ha borrado el camino que conduce a la desgracia, y lo has colmado de beneficios'.
''El Inca Yupanqui: - '[...] En esta nueva era de dicha, la tristeza debe ser desterrada y renacer la alegría''.
La indianofobia y sus críticos
Ya en 1552 Francisco López de Gomara escribía en su Historia General de las Indias, reproduciendo, de manera acrítica, opiniones vertidas por otros:
''Ninguna justicia hay entre ellos; andan desnudos; no tienen amor ni vergüenza; son asnos, abobados, alocados, insensatos; no tienen en nada matarse o matar; no guardan verdad si no es en su provecho; son inconstantes; no saben qué cosa sea consejo; son ingratísimos y amigos de novedades; précianse de borrachos, ca tienen vinos de diversas yerbas, frutas, raíces y granos; emborráchanse también con humo y con ciertas yerbas que los sacan de seso; son bestiales en los vicios [...] en fin, digo que nunca Dios crió tan conocida gente en vicios y bestialidades, sin mezcla de bondad ni policía''.
La opinión contraria la encontramos en los eruditos como Bernardino de Sahagún (1575, Historia general de las cosas de Nueva España), que estudiaron a fondo las culturas indígenas:
''Ansí [los indios] están tenidos por bárbaros y por gente de bajísimo quilate, [pero] [...] según verdad en las cosas de policía echan el pie delante a muchas otras naciones que tienen gran presunción de políticos [...] En lo que toca a la antigüedad de esta gente, tiénese por averiguado que ha más de dos mil años que habitan en esta tierra que ahora se llama la Nueva España [...] son hábiles para todas las artes mecánicas y las ejercitan; son también hábiles para aprender todas las artes liberales y la santa teología [...]''.
En el siglo XVIII, cuando surgieron las primeras teorías racistas, el conde de Buffon intentó fundamentar la inferioridad del indio en una supuesta inferioridad (''subdesarrollo'' se diría luego) de la propia naturaleza americana y su influencia determinista sobre el hombre:
''Veamos por qué se encuentran reptiles tan grandes, insectos tan gordos, cuadrúpedos tan pequeños y hombres tan débiles en este Nuevo Mundo. Esto se debe a la calidad de la tierra, a la condición del cielo, al grado de calor y al de humedad [...] y sobre todo al estado bruto en que se ve allí a la naturaleza''.
Los primeros en rechazar estas ideas fueron los propios hispanoamericanos durante el siglo XVIII, el siglo en que se fundó el americanismo, e incluso españoles como Félix de Azara (1795):
''[...] Son los descendientes de esos mestizos [de los siglos XVI y XVII] los que componen hoy en el Paraguay la mayor parte de los que se llaman españoles. Me parece que tienen sobre los españoles de Europa alguna superioridad, por su talla, la elegancia de sus formas y aun por la blancura de su piel. Estos hechos me hicieron sospechar no solo que la mezcla de razas las mejora, sino que la raza europea mejora a la larga unida a la americana [...] tienen más finura, sagacidad y luces [...]''.
La ideología racista de la oligarquía y sus críticos
''Una atrofia mental o una mentalidad tan embrionaria es la de los indígenas [...] que encontramos muy justificado el pensar de los antiguos'' escribía el padre Furlong en 1952. Pero la réplica a esta forma de pensar ya la podemos encontrar en el peruano González Prada (1844-1918) en un documento de 1904, con argumentos muy parecidos a los que manejaron en 1908 los ''Independientes de Color'' en Cuba. Nuestros indios, es el manifiesto fundacional del indigenismo:
''Nuestra forma de gobierno se reduce a una gran mentira, porque no merece llamarse república democrática a un estado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley. Si en la costa se divisa un vislumbre de garantías bajo un remedo de república, en el interior se palpa la violación de todo derecho bajo un verdadero régimen feudal [...] la servidumbre de la hacienda [...] Veamos ¿qué se entiende por civilización? [...] Donde no hay justicia, misericordia ni benevolencia, no hay civilización [...] reina la barbarie. ¿Qué vale adquirir el saber de un Aristóteles cuando se guarda el corazón de un tigre? ¿Qué importa poseer el don artístico de un Miguel Ángel cuando se lleva el alma de un cerdo?''.
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2. LA MATRIZ AFRO-IBÉRICA.
Niña brasileña en la Copa del Mundo, 2012
Créditos: Beraldo Leal
''Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y América que una emanación de Europa; pues hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos [...]''. Simón Bolívar, Angostura, Venezuela, 15 de febrero de 1819.
Negritud y democracia
El discurso que el Libertador dirige a los representantes de las Provincias de la que sería en 1821 La Gran Colombia (Venezuela, Colombia y Ecuador) en ocasión de su Congreso Constituyente, de donde emanaría luego la Ley Fundamental de la República, contiene ya todo un programa, el que América Latina iba a desarrollar durante los siguientes doscientos años:
''Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros [...] Los ciudadanos [...] gozan [...] de una perfecta igualdad [...] Cuando [aunque] esta igualdad no hubiese sido un dogma en Atenas, en Francia y en América, deberíamos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe''.
Hace 200 años ya se sabía en América Latina que una nación es una comunidad imaginada, un proyecto abierto al futuro, y en consecuencia, se fundaba la identidad sobre el dogma de la consanguinidad incluyente, de la africanidad compartida, de la negritud o reivindicación del negro, mientras en otras partes del mundo se imponía la consanguinidad excluyente y la negrofobia.
Y de la mano de esta ficción del origen común indo-íbero-africano venía la igualdad ante la ley, la voluntad de trascender el modelo democrático-esclavista griego, el modelo democrático-burgués de Francia, el modelo democrático-oligárquico de América, estableciendo que las diferencias sociales y étnicas son aparentes y circunstanciales, y pueden corregirse por la vía democrática, mientras en otras partes del mundo se elaboraban teorías racistas para usarlas de manera funcional a los intereses de unos pocos.
Iberismo, iberofobia, oligarquía y democracia
En el discurso de Bolívar aparecía al mismo tiempo, la reivindicación de lo ibérico, -de la identidad compartida de lo español y portugués-, como factor de integración de Iberoamérica, que debería traducirse en la unión política iberoamericana. Al mismo tiempo, se asociaba la identidad ibérica con la identidad africana, para difuminar (imaginariamente) las fronteras étnicas.
Esta defensa de lo ibero-indo-africano se reforzó en América Latina cuando, durante el periodo intersecular, un sector de las oligarquías atacó a los peninsulares y los mestizos, utilizando argumentos tomados del positivismo determinista pseudocientífico (sobre todo de Lombroso) y con los mismos objetivos que perseguía el racismo negrófobo, en este caso, la discriminación de los trabajadores rurales y de los inmigrantes de origen mediterráneo:
''El actor criminal en nuestra campaña es el gaucho, mezcla de raza española y de raza indígena. Si el factor raza tiene influencia en la criminalidad, si la estadística no se equivoca cuando atribuye a España una gran criminalidad de sangre, el cruzamiento de esa raza con la indígena, guerrera y sanguinaria, debería producir un tipo, ya sea por herencia o atavismo, sanguinario y despreocupado por la vida. Son esas precisamente las cualidades de nuestros paisanos''. Evolución, 1906, pág. 382.
En los años 1920, la negrofobia, entendida -a partir de ciertas ''teorías de la decadencia de Occidente''- como el temor a la pérdida de la ''supremacía blanca'' (es decir, nórdica), o ''white supremacy'' se volvió contra los inmigrantes de origen eslavo, judío, mexicano o mediterráneo, impulsando la regresión de las prácticas democráticas. Por las mismas razones, el supremacismo blanco resurgió en los años 1980.
Negrofilia e iberofilia
La reacción de los latinoamericanistas fue la defensa conjunta de lo negro-africano y lo ibérico, -entendido como lo euroafricano- como antítesis al nordicismo o supremacismo blanco. Un autor paradigmático fue el brasileño Gilberto Freyre, autor de Casa Grande y Senzala, editada por primera vez en Río, en 1933, 114 años después del discurso de Simón Bolívar en Angostura. La lectura del libro produjo la siguiente impresión en muchas personas:
''Lo cierto es que a mí y a todos 'CG y S' nos enseñó muchas cosas que necesitamos comenzar a enumerar. Principalmente nos enseñó a reconciliarnos con nuestra ascendencia lusitana y negra, de la que todos nos avergonzábamos un poco; a él le debemos haber comenzado a aceptar como dignificante antepasado a ese pueblo al que nos acostumbramos a ver e identificar con el inmigrante que hacía de burro de carga, empujando carritos de feria o el comerciante próspero y mezquino en el que se transfiguraba después de enriquecerse. A Gilberto le debemos, sobre todo, el haber aprendido a reconocer en la cara de cada uno de nosotros o en la de nuestros tíos y primos -si no con orgullo, al menos con tranquilidad- una bocaza carnosa, cabellos ensortijados o esas fornidas narizotas de indiscutible procedencia africana y servil''. Darcy Ribeiro, ''Prólogo'', Caracas, 1977.
Por la misma razón, el español Miguel de Unamuno le envió, un 8 de junio de 1832, después de haber leído Sóngoro Cosongo, la siguiente carta al cubano Nicolás Guillén:
''[...] Señor mío y compañero [...] He oído hablar de usted a García Lorca [...] Vengo siguiendo el sentido del ritmo, de la música verbal de los negros y mulatos [...] Usted habla de 'color cubano'. Llegaremos al color humano, universal o integral. La raza espiritual humana se está haciendo siempre[...]''.
''[...] Una cosilla que escribí el 5 de enero [...]: 'Conquistarán nuestra tierra/ con risa pura los negros:/ con risa que es solo risa/ Dios los aguarde riendo [...] Le tiende su mano como a compañero de ensueños. Madrid [...] Miguel de Unamuno''
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3. LA DEMOCRACIA RACIAL.
'Razas colombianas'
Créditos: Albeiro Rodas
''Para hacer esta muralla,/ tráiganme todas las manos:/ los negros sus manos negras,/los blancos, sus blancas manos./ Ay,/ una muralla que vaya/ desde la playa hasta el monte,/ desde el monte hasta la playa, bien,/ allá sobre el horizonte''. Nicolás Guillén, ''La muralla'', en La paloma de vuelo popular, 1958.
La democracia racial en América Latina
En declaraciones recientes, el Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, ha exhortado a los países de América Latina para que sean pioneros en el mundo en lograr la igualdad de derechos de la población negra, esto es, la equiparación de derechos (jurídicos) y oportunidades (sociales, económicas, políticas, culturales) que se reflejen por ejemplo, en el acceso a la educación, a los cargos públicos y a la cultura.
El 4 de junio la 42 Asamblea de la ONU aprobó la Carta Social de las Américas, donde los países que integran el organismo hemisférico se comprometen a consolidar la democracia a través de políticas sociales que promuevan el crecimiento económico y el desarrollo sostenible con equidad, la igualdad de oportunidades, la justicia social y la inclusión social. Este documento complementa el contenido de la Carta Democrática Interamericana de 2001, donde por primera vez se define de forma precisa qué es un sistema democrático.
Todas estas expresiones democráticas son de las más avanzadas del mundo, y ahora el desafío es concretarlas en la diaria realidad. En 1888, Brasil fue el último país iberoamericano en abolir la esclavitud. La Constitución de 1891 estableció la igualdad jurídica entre blancos y negros, pero como no se les ofreció a los antiguos esclavos ningún programa de apoyo social ni de reparación, la desigualdad se mantuvo de hecho. No obstante, y a diferencia de lo que pasaba en otras partes del mundo, como los Estados Unidos, donde el segregacionismo se implantó de forma violenta, las leyes no imponían la discriminación. Por este motivo, Brasil pudo definirse como una ''democracia racial''.
Hoy decimos que esta idea de ''democracia racial'' quedó en ficción -aunque no en ''mito''-, porque, durante todo el siglo XX, en un país donde el 48% de la población era negra, -el segundo país de mayor población negra del mundo después de Nigeria- solo el 12% pudo acceder a las universidades, pero apenas el 0,5% a las universidades elitistas. En forma paralela, tanto Brasil como otros países de población afro de América Latina, desarrollaron políticas de ''blanqueamiento''.
La ficción del ''color'' incluyente
El avance de América Latina durante el siglo XX se manifestó en la construcción de una serie de ficciones relacionadas con la definición de la identidad colectiva, que facilitaron la convivencia e hicieron viable la igualdad jurídica. Junto con la ficción de la consanguinidad universal incluyente, propia del patriotismo latinoamericano (''todos somos hermanos''), que lo diferencia de los nacionalismos de base étnica, apareció la ficción del ''color'' compartido.
En América Latina las estrategias integracionistas han sido diferentes de las que se aplican en los E.E.U.U., donde la experiencia del mestizaje no tiene las mismas características que en Latinoamérica y donde sí hubo, en cambio, fuertes experiencias de segregación y racismo. Por eso, en 1931, el poeta afrocubano Nicolás Guillén escribió, para el caso de Cuba:
''No ignoro, desde luego, que estos versos le repugnan a muchas personas, porque ellos tratan asuntos de los negros y del pueblo… Diré finalmente que estos son unos versos mulatos… la inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturistas desenredar el jeroglífico… Por lo pronto, el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: 'color cubano'' ''Prólogo'' de Sóngoro Cosongo, edición de 1931.
En una suerte de ''tercerismo étnico'', Nicolás Guillén construyó la ficción de un color ''ni blanco, ni negro, sino cubano''. La expresión refleja la conciencia de que la raza es una experiencia psicosocial, cultural, estereotipada, no una experiencia objetiva. Es tan difícil definir ''color cubano'' o ''color latinoamericano'' como ''color negro'', ''color blanco'', sin proyectar prejuicios. El color de la epidermis de la mayoría de la población de América Latina es indefinido, producto del mestizaje, como puede observarse en la foto que ilustra este artículo.
La ficción del origen negroafricano común
En Casa Grande y Senzala, publicada en Río, Brasil, en 1933, Gilberto Freyre escribió:
''Todo brasileño, aun el blanquísimo, de cabello rubio, lleva en el alma, cuando no en el alma y en el cuerpo [...] La sombra, o por lo menos, la pinta del negro [...] La influencia directa o vaga y remota del africano [...] en todo cuanto es expresión sincera de la vida, llevamos el sello inconfundible de la influencia negra''. Op. cit., pág. 269, edición de 1977, Caracas, Biblioteca Ayacucho.
Y por si alguien se creyera libre de la influencia negra debido a su origen europeo, Gilberto Freyre explicaba que también lo ibérico es de origen negroafricano:
''La heterogeneidad étnica y cultural la sorprendemos en los remotos orígenes del portugués [...] Portugal es, por excelencia, el país europeo del rubio de transición o del semi-rubio [...] Estos mestizos de pelos de dos colores son los que, a nuestro entender, formaron la mayoría de los portugueses colonizadores de Brasil en los siglos XVI y XVII y no ninguna élite rubia o nórdica, blanca pura [...] Innumerables fueron las familias nobles que en Portugal como en España, absorbieron sangre de árabe o de moro''. Op. cit, pp. 203-204.
Freyre puso todo su erudito aparato crítico a trabajar a favor de la idea de que ''todos somos negros'', la ficción del origen común.
Ver artículo anterior. Ver artículo siguiente.
4. DARCY RIBEIRO: LAS MATRICES DE BRASIL.
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